Cuando leímos La noche boca arriba, de Cortázar, en cursos anteriores, los estudiantes manifestaron diversas emociones: unos se pusieron eufóricos, otros exhibieron una suerte de desazón y por supuesto, otros no entendieron y tuvieron que volver a leer. Ahora, con la lectura de El Sur la presencia del juego onírico pasó casi desapercibido para muchos alumnos. Entendieron que Harold soñaba, pero ¿desde cuándo soñaba? ¿Sueña desde el comienzo del cuento? ¿Vive en el norte y sueña con viajar al sur? ¿Sueña que está en el norte y sueña con un viaje al sur que no se realiza? ¿Vive en el sur y sueña que vive en el norte y está soñando que quiere viajar al sur? Para los lectores desatentos pareciera ser un texto plano, pero es realmente complejo y fascinante. A los niños grandes, a partir de 8 ó 9 años les encanta, a los jóvenes y a todos los demás nos gusta mucho. Lo evaluamos junto a El bolso amarillo de Ligya Bojunga y observamos que los fenómenos mágicos con una perspectiva cotidiana y otros subsistemas de la literatura infantil como el gigantismo y el enanismo, el humor y el viaje del héroe conforman los principios de construcción del mundo de los protagonistas: en el caso de los dos héroes de estas obras, tanto Harold como Raquel hacen un viaje mítico interior que les proporciona madurez y una nueva visión de la vida. Asimismo, tanto el elemento onírico como la misma presencia de la escritura y el protagonismo de las letras son parte esencial del desarrollo de estas dos obras.